Desde Ecologistas en Acción de Extremadura se considera que el intento de proliferación de campos de golf en Extremadura, que precisamente se caracteriza por las altas temperaturas estivales y la escasez de agua, constituye un auténtico sinsentido.
La Asociación, además, se posiciona claramente en contra de los intereses especulativos que acompañan a muchos de los campos de golf españoles, que en realidad sólo sirven para enriquecer a sus promotores a costa de recalificar los terrenos adyacentes, parcelarlos y/o edificar vendiendo los terrenos a precios mucho más altos que los de adquisición. De esta manera se ven favorecidos los intereses económicos de unos pocos frente a los de la mayoría de los ciudadanos.
En este sentido manifiestan su oposición a que se construya cualquiera de los dos campos de golf propuestos para Plasencia, sobre todo si implican la construcción de nuevas urbanizaciones y especialmente, como es el caso del kilómetro cuatro, si pretenden edificarse en zonas de evidente valor ambiental.
Desde esta Asociación han manifestado su desacuerdo con Victorino Durán, de Coalición Extremeña y con Raquel Puertas, del grupo mixto, y se muestran en cambio plenamente favorables a las tesis -que hasta el momento defienden la Junta de Extremadura y el grupo del PSOE de Plasencia- de oponerse a un campo de golf que lleve aparejado especulación urbanística. Igualmente los ecologistas se oponen a una hipotética cesión de terrenos públicos para este fin, ya que consideran que los campos de golf no responden a un interés general sino a intereses particulares, y en tal caso deben ser financiados por sus promotores, que al fin y al cabo son los beneficiados por sus hipotéticos beneficios económicos.
Extremadura no parece escapar de la fiebre golfista que asola otras zonas del país, y que parece responder a maniobras de tipo especulativo y de creación de elitistas ghettos residenciales y de ocio. Aparte de la apropiación del espacio, que es un bien público, en beneficio de unos pocos, se ponen de relieve otros graves problemas, como son el desorbitado consumo de agua -frente a unas claras perspectivas de reducción de recursos hídricos-, y la enorme cantidad de productos químicos, tales como herbicidas, que el green inglés necesita para competir con las hierbas autóctonas y que, pese a su idílica apariencia, en la práctica viene a suponer la misma contaminación que una industria de tamaño medio.
Ecologistas en Acción de Extremadura opina que la sociedad extremeña no debe sucumbir a la falsa imagen de prestigio asociada a los campos de golf, y que debe apostar en cambio por un turismo sostenible que pase por alternativas menos agresivas y más respetuosas con el medio ambiente y los ciudadanos.
La Asociación, además, se posiciona claramente en contra de los intereses especulativos que acompañan a muchos de los campos de golf españoles, que en realidad sólo sirven para enriquecer a sus promotores a costa de recalificar los terrenos adyacentes, parcelarlos y/o edificar vendiendo los terrenos a precios mucho más altos que los de adquisición. De esta manera se ven favorecidos los intereses económicos de unos pocos frente a los de la mayoría de los ciudadanos.
En este sentido manifiestan su oposición a que se construya cualquiera de los dos campos de golf propuestos para Plasencia, sobre todo si implican la construcción de nuevas urbanizaciones y especialmente, como es el caso del kilómetro cuatro, si pretenden edificarse en zonas de evidente valor ambiental.
Desde esta Asociación han manifestado su desacuerdo con Victorino Durán, de Coalición Extremeña y con Raquel Puertas, del grupo mixto, y se muestran en cambio plenamente favorables a las tesis -que hasta el momento defienden la Junta de Extremadura y el grupo del PSOE de Plasencia- de oponerse a un campo de golf que lleve aparejado especulación urbanística. Igualmente los ecologistas se oponen a una hipotética cesión de terrenos públicos para este fin, ya que consideran que los campos de golf no responden a un interés general sino a intereses particulares, y en tal caso deben ser financiados por sus promotores, que al fin y al cabo son los beneficiados por sus hipotéticos beneficios económicos.
Extremadura no parece escapar de la fiebre golfista que asola otras zonas del país, y que parece responder a maniobras de tipo especulativo y de creación de elitistas ghettos residenciales y de ocio. Aparte de la apropiación del espacio, que es un bien público, en beneficio de unos pocos, se ponen de relieve otros graves problemas, como son el desorbitado consumo de agua -frente a unas claras perspectivas de reducción de recursos hídricos-, y la enorme cantidad de productos químicos, tales como herbicidas, que el green inglés necesita para competir con las hierbas autóctonas y que, pese a su idílica apariencia, en la práctica viene a suponer la misma contaminación que una industria de tamaño medio.
Ecologistas en Acción de Extremadura opina que la sociedad extremeña no debe sucumbir a la falsa imagen de prestigio asociada a los campos de golf, y que debe apostar en cambio por un turismo sostenible que pase por alternativas menos agresivas y más respetuosas con el medio ambiente y los ciudadanos.
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