Los extremeños no podemos permitirnos el lujo de que un hospital de fauna salvaje de alto nivel, como el de AMUS, eche el cierre por la falta de apoyo y reconocimiento de la Administración a su labor
La
marca diferenciada
de Extremadura es ser uno de los paraísos naturales de Europa y
albergar sus últimos reductos de biodiversidad. No se puede dar la
espalda a decenas de voluntarios y profesionales que llevan toda la
vida trabajando para conservar este patrimonio.
En
general todas las ONG de defensa del medio ambiente extremeñas han
sido excluidas de ayudas y convenios de funcionamiento relevantes
desde 2012, en
una clara política hostil de la Administración autonómica hacia su
labor
La
ONG AMUS lleva 23 años trabajando para levantar lo que hoy es el
segundo hospital de fauna salvaje de Extremadura y uno de los más
importantes y punteros de España. Se ha convertido en una entidad de
referencia internacional en su campo, recibiendo y tratando a más de
1000 animales cada año, con cientos de voluntarios de toda Europa y
decenas de profesionales que se han formado y en muchos casos,
innovado en el complejo campo de la atención veterinaria de fauna
salvaje.
Debemos
sentirnos orgullosos de todos aquellos extremeños
que velan y trabajan para conservar la riqueza natural de Extremadura
y promocionan esta riqueza en todo el mundo, como elemento
diferenciador y patrimonio de nuestra región. Su trabajo es tan
digno de respeto y apoyo como el de nuestros médicos, profesores
universitarios, maestros, empresarios y el de todos esos
profesionales serios que luchan por poner en el mapa mundial a esta
tierra olvidada gracias a su sacrificio, a su generosidad, a su
humildad, a su alto nivel de preparación, a su seriedad y a su
entrega.
Una
sociedad sin cultura ambiental está huérfana de valores que hoy en
día son básicos para nuestro futuro: calidad de vida, salud,
bienestar… Si no cuidamos el medio ambiente y valoramos el trabajo
de los que velan por ello, no tenemos cultura ambiental. Esto debería
partir de las exigencias propias de nuestras instituciones públicas,
de los políticos que asumen la responsabilidad de gestionar los
intereses de una sociedad, de esas personas que supuestamente
gobiernan, legislan y tienen en sus manos el futuro social de una
Extremadura tan rica ambientalmente y tan pobre culturalmente porque
los que gobiernan no asumen la responsabilidad que supone
materializar una cultura ambiental de calidad en arma de progreso
social.
El
potencial humano que existe en algunas ONGs extremeñas ha conseguido
que esta tierra conozca y proteja su extraordinario patrimonio
natural y exporte calidad ambiental de alto nivel profesional a otros
países. Y sin embargo estas iniciativas privadas sin ánimo de
lucro, referencias europeas en conservación y atención
especializada para la fauna salvaje pasan absolutamente
desapercibidas para los que gobiernan Extremadura.
Los
extremeños no podemos permitirnos el lujo de que iniciativas como la
de AMUS, que salvan tantas vidas de valiosos e insustituibles
animales salvajes cada año, puedan desaparecer a causa de la
negligencia y pasividad de quienes tienen la absoluta obligación de
apoyar este tipo de proyectos, ya que forman parte de la cultura
ambiental de esta tierra.
Todos
los extremeños debemos sentirnos parte de este proyecto y recordar a
los representantes públicos que estas iniciativas privadas forman
también parte del legado que todos tenemos la obligación de
conservar para las generaciones venideras. Un
pueblo sin cultura y sensibilidad ambiental es un pueblo sin futuro.
Exigimos
a la administración una política real que considere a las entidades
conservacionistas aliadas clave para la puesta en valor de nuestros
recursos naturales y exigimos que ponga todos los recursos necesarios
para garantizar a medio y largo plazo la magnífica labor de AMUS en
Extremadura.
Me conformaría con que le dieran las ayudas que Junta y Diputación de Badajoz dan a la Tauromaquia y que dejaran de dedicarlos a tan lamentable espectáculo
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