martes, 26 de octubre de 2021

ONGs Ambientales critican subvención para llevar la caza a colegios extremeños

Tras la noticia de que la Junta de Extremadura dará este año una subvención de 5.000 euros a la Federación Extremeña de Caza (Fedexcaza) para promocionar la actividad cinegética entre los alumnos de 5º y 6º de Primaria de los colegios públicos de la región porque es una de las actividades más demandadas por los centros educativos, ha confirmado la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes. 

Las ONG conservacionistas y ambientalistas de Extremadura, no pueden estar más en desacuerdo con esta decisión unilateral, ya que no hay más entidades que realizan concienciación medioambiental en este programa y por tanto, el alumnado no tiene opción de elegir otras alternativas, por lo que la aseveración de que sea la actividad más demandada en el medio rural no es correcta. De hecho programas como las rutas por espacios naturales que implican práctica deportiva y conocimiento del medio natural tienen una demanda y participación por lo menos 10 veces mayor.

Animales abatidos en una cacería

Por otro lado, y en lo que respecta a la formación de menores en actos cinegéticos puede resultar llamativo, más como una cantera de futuros cazadores que como un verdadero interés conservacionista. 

La caza no entra de ninguna manera en la definición de deporte, ni la de la Real Academia de la Lengua Española, ni en la del Comité Olímpico Internacional ni en la de cualquier persona con un mínimo de sensibilidad.

Desde el deporte se fomentan una serie de valores a los que la caza es totalmente contraria. El deporte tiene como abanderado el fairplay, mientras que la caza tiene el acecho y las trampas. El deporte es una celebración de la vida, mientras que la caza lo es de la muerte. No, la caza no es un deporte y no debe venderse como tal, afirman.

La caza tampoco ayuda a gestionar los ecosistemas ni está relacionada en modo alguno con la conservación. El supuesto control de depredadores, los descastes, la superpoblación de ungulados o zoonosis como la tuberculosis pueden ser provocados por el pernicioso efecto que una caza mal regulada y muy laureada y apoyada por las administraciones ha tenido en nuestros ecosistemas.

La falta de depredadores apicales como el lobo, exterminado por los cazadores en general y los alimañeros en particular, ha provocado un efecto en cascada en nuestros ecosistemas que ha llevado a la desestabilización de los mismos y al surgimiento de los problemas anteriormente mencionados. Además, la excesiva presión cinegética sobre algunas especies como la tórtola común (Streptopelia turtur) ha llevado a la Unión Europea a emitir un Plan de Acción para la Conservación de la Tórtola Europea (2018-2028) que establece una moratoria temporal hasta que se alcancen unos niveles de caza sostenibles (si es que la sostenibilidad puede ser compatible en algún momento con la caza). Por si fuera poco, el plomo presente tanto en cartuchos como en perdigones se ha convertido en un problema ambiental de primer orden, tal y como expone la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA) en un reciente informe hecho público. Así que, no, la caza no es conservación y no debe venderse como tal, sostienen las ongs.

Y dado que la caza no es conservación y no es deporte, sino una actividad extractiva de recursos naturales que conlleva la muerte y el sufrimiento de la fauna silvestre y daños irreparables al ecosistema, de ningún modo puede o debe ser fomentada, enseñada y promocionada en las aulas, y menos aún con fondos públicos, como es el caso del Programa PROADES que financia la adquisición de hábitos de vida saludables, participación activa y desarrollo de actividades físicas que permitan un mejor desarrollo de los alumnos. Y enseñar a abatir fauna silvestre desde un aguardo o mediante el empleo de rehalas de perros no encaja con ninguna de estas características definitorias del Programa PROADES.

Y a todo esto hay que añadir el riesgo de promocionar el uso de armas de fuego en un colectivo tan sensible y en una etapa crucial de su desarrollo psicosocial como el de los jóvenes en edad escolar, fomentando el acoso y la muerte de animales silvestres. Así mismo, no se pueden obviar  los datos oficiales sobre personas heridas y muertas como consecuencia de la actividad cinegética, siendo los datos para 2020 a nivel nacional de más de 50 personas muertas, y en Extremadura un total de 44 heridos y 4 fallecidos, por tanto,  insisten en que no es una actividad segura para menores de edad.

Por último, la educación ambiental es una asignatura transversal que aparece recurrentemente en los currículos europeos y que sí contribuye al desarrollo de ciudadanos sanos, responsables y respetuosos entre ellos y con el medio ambiente, que ayuda a la mejora y sostenibilidad de los ecosistemas y de la explotación sostenible de sus recursos. Y que, sin embargo, no goza del apoyo económico ni el respaldo político de la caza, que como hemos visto, ni es deporte, ni es conservación ni ayuda al desarrollo integral de los individuos y su entorno.

Por todo ello, consideran que debería CESAR EL APOYO ECONÓMICO Y POLÍTICO A LA ENSEÑANZA DE LA CAZA Y EL FOMENTO CINEGÉTICO EN LAS ESCUELAS EXTREMEÑAS y que se abogue por la mejora y ampliación del currículo ambiental, puesto que esto derivará en mejoras en la educación de nuestros hijos, en la mejora y restauración de nuestros ecosistemas y en un incremento de nuestra calidad de vida.

Este comunicado es apoyado por las ongs ambientales AMUS, ANSER, DEMA, ECOLOGISTAS EN ACCIÓN EXTREMADURA, ECOLOGISTAS EXTREMADURA, GRUS, SABIO MUDO Y SOCIEDAD EXTREMEÑA DE ZOOLOGÍA.

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