No lo contamos de oídas, esta macabra visión la presenciamos en la Sociedad del Tiro de Pichón de Badajoz, a donde acudimos un domingo para ser testigos de lo que nos habían contado y no dábamos crédito a tamaño salvajada.
Hay deportes dignos de admiración, donde el ser humano se prueba a si mismo su esfuerzo y resistencia. Hay deportes donde se compite por una meta, pero por mucho esfuerzo que hagamos en mostrar empatía y ponernos en lugar del otro, no se logra comprender, como se puede pasar una tarde divertida de domingo matando animales que por su juventud y poca destreza en el vuelo no pueden escapar de una muerte segura, ya que están en una situación de inferioridad de condiciones frente a su contrincante : están metidos en jaulas en el suelo, a través de un dispositivo, salen lanzados al aire, donde a unos cincuenta metros hay un cazador preparado, ya dispuesto, apuntando al lugar exacto ( que de antemano sabe ), no hay ninguna sorpresa, se le avisa del momento en que va a salir. El cazador dispara, hay que ser muy mal tirador para no acertar, pero algunos lo son, o tienen una mala tarde, y entonces pegan un mal tiro, y el pichón queda en el suelo malherido, intentando huir en larga agonía y escuchando como siguen sonando tiros a su alrededor (como aquel que le hirió ) y sin saber que esos ya no son para él.
En nuestro país hay Comunidades Autónomas como la Catalana que han prohibido este tipo de salvajadas en su ley de protección animal. No es este el caso de Extremadura, donde esta práctica se sigue ejecutando los fines de semana en las sociedades de “Tiro de Pichón”, con el beneplácito de nuestras autoridades competentes.
Se puede alegar, que total son aves jóvenes, y que más pollos se matan en las granjas destinadas al consumo humano. Pero señores : ¡¡ hay formas y formas de matar!! , o sacrificar si esto suena mejor, y desde luego esta es una de las mas inútilmente sádicas.
Y podríamos seguir contando visiones macabras, como la de unos niños ( entre cinco y ocho años ) , hijos de cazador, que jugaban junto al campo de tiro, con una paloma muerta, como si de un osito de peluche se tratara, el mayor de ellos le cargaba la escopeta al padre, entre tiro y tiro.¡¡ vaya “ educación en valores “ que se esta transmitiendo!! , amén del peligro físico que corrían estos niños.
Esperemos por el bien de la humanidad, que no sigan el ejemplo de sus mayores y aprendan a respetar y amar a los demás seres vivos y a no infringirles sufrimiento inútil, porque tengámoslo claro, un pichón, por joven que sea, tiene un sistema neurológico, que le permite sentir el dolor, la angustia y el miedo, y no por que sea un pájaro y no sea de nuestra especie, deja de sentir y sufrir .