Mina de Aguablanca durante su explotación |
Hemos visto auténticas
salvajadas en Monesterio. Hasta un trasvase de agua encubierto entre
Guadiana y Guadalquivir, cuando ni se llenó la piscina municipal en
Monesterio por la sequía.
La minería a cielo
abierto es totalmente lo contrario al desarrollo sostenible que son
nuestras dehesas y que se han cargado en aquella zona de Monesterio.
Una de las mejores zonas para el ibérico de España y del mundo. El
potencial es enorme. Por eso no podemos entender que se diga que no
hay futuro allí como se dice. ¿Cómo que no? Será que no se
gestiona bien. Es muy sencillo de ver, allí al lado mismo (a menos
de cinco kilómetros), en el complejo de zona de descanso,
restaurantes y tiendas, pegando a la Autovía de la Plata, el gran
negocio que tienen los propietarios con los productos ibéricos.
Pedimos en su momento que la explotación fuera en galerías
subterráneas, para minimizar el impacto ambiental de la destrucción
de cientos de hectáreas de dehesa. La dehesa es el ibérico de
verdad.
Si no hay dehesa no hay
ibérico del bueno, el de bellota. Es el factor verdaderamente
limitante. Cerdos ibéricos se pueden criar en cualquier sitio. Pero
los de bellota solo en la tierra de dehesas. Si acabamos con ellas
nos quedamos sin el sustento de miles de familias. Buscarán futuras
explotaciones en otros emplazamientos de nuestro país. Y tratarán
de hacer lo mismo, destruir, sacar todo lo que puedan para ellos y
acabar con los mineros en el paro. Ese no es un buen modelo de
desarrollo; si al menos se tratara de explotar los yacimientos con
cooperativas propias y no con capital extranjero, o con empresas
públicas que no regalen nuestras riquezas a cambio de una limosna,
podría entenderse; pero de esta forma es la crónica de una muerte
anunciada.
Cerro de Aguablanca antes de ser explotado y destruido |